11 mar 2010

La Carolina - 2009


Justo el lugar a donde quieres llegar, atravesando El Volcán, El Trapiche, El Valle de Pancanta…, por bellas extensiones de tierra que la naturaleza nos regala y el hombre la recorre para extasiar sus sentidos, y más…
Por miles y millones de años las fuerzas naturales crearon estos paisajes que deja hasta al más trotamundo, con admiración en el rostro, en el cuerpo y las palabras.
Al llegar a La Carolina, lo primero que quieres es mirarlo y recorrerlo todo y la mejor forma es a través de los guías o baqueanos. 
En familia nos fuimos hasta Huellas Turismo y junto a unas diez personas más, cascos y botas adecuadas que nos proveyeron allí, partimos junto al guía Franco Jofré. La excursión es de unas 2 horas, para todas las edades y sin dificultad. Imposible olvidar la cámara ya que querrá captarlo todo.
En el río de La Carolina se descubre oro por primera vez en el año 1785, época del Virreinato del Río de la Plata. Se inicia entonces la etapa de la “fiebre del oro”. Diez años después se funda el pueblo “La Carolina”, la habitaron unas 6.000 personas con la ilusión de hacerse ricos. Los únicos beneficiados fueron, primero los españoles y luego los ingleses que además se llevaron todo – unas 10 toneladas de oro - a sus tierras (1790-1840). Nos quedó la naturaleza, el aire y el legado de nuestros antepasados.
Visitamos el Museo de la Poesía y la casa donde nació Juan Crisóstomo Lafinur, se conserva parte del piso y pared original. Un tablero de ajedrez gigante, hecho en bloques de granito; y en el monolito que sobresale del tablero se encuentran depositados sus restos. Un laberinto realizado con piedras del lugar, sobre una pequeña sierra.
Llegamos a la mina Buena Esperanza, en el cerro Tomolasta. Casi sin darnos cuenta,  estamos a unos 1.600 mts. s.n. del mar. El túnel mide 2mts de altura, y poco más de 1 de ancho. El guía nos informa que ingresaremos unos 250 mts, no hay vida animal ni vegetal, sólo minerales. No debemos tocar techos ni paredes, los minerales son demasiado frágiles y tardan muchos años en crearse. Se puede respirar normalmente. Prendemos la luz de los cascos y nos adentramos a un mundo de extraños colores. 
Caminamos sobre el agua de vertientes que recorren este cerro de 2.018 mts de altitud, es de color anaranjada, como el río, porque arrastra oxido de hierro y otros minerales, no es para consumo humano. A cada uno de los costados hay galerías donde fue encontrándose el oro en forma de beta. El túnel principal estuvo lleno de rieles para que carros llevaran el material hasta la entrada del pueblo, a un tinglado –que todavía existe- donde se molía la piedra y separaba el oro.
El túnel tiene más niveles, 3 hacia abajo y 4 hacia arriba; esta fue la zona más rica del cerro Tomolasta, donde hay más de 100 galerías, la más profunda a unos 30 mts. debajo de nosotros.
Por fin conocí las estalactitas, son como gotas de agua pendientes del techo, de color blanco debido al Carbonato de Calcio. Se forman por las filtraciones de agua de lluvia en conjunción con los minerales, la temperatura – entre 16º y 18º - y cientos de años de solidificación. Cada centímetro tarda unos 100 años, es uno de los procesos más lentos de la naturaleza.
Ingresamos a una de las galerías para observar una chimenea, que se construía para el ingreso de más oxígeno y como forma de escapatoria en caso de derrumbe. Mide 40 mts de alto, las hacían de forma escalonada, de abajo hacia arriba; lo que era muy peligroso porque se caían las rocas sobre los trabajadores y los mataba, el minero detrás sacaba el cuerpo de su compañero y seguía con la tarea para tener el mismo destino. No tenían ninguna protección. Es donde mas vidas se perdieron.
Llegamos al final del túnel, detenidos por un derrumbe que sucedió hace 100 años. Se ven estalactitas más grandes como de 4 cm. y de distinto color, son de manganeso. Volvemos a otra galería, apagamos todas las luces y hacemos silencio para sentir la soledad y más silencio, interrumpido por algunas gotas de agua. Nos imaginamos a esas personas y sus sufrimientos, sus ilusiones y decepciones, todo por la ambición del amarillo oro.

Arqueología y prehistoria
La Gruta de Inti Huasi es uno de los hallazgos más importantes de Sudamérica por su antigüedad. En 1951, aquí se encontró un grupo cultural nuevo “los ayanpitín” (8.000 años a C.). También estuvieron los comechingones y demás culturas hasta la fecha. Encontrará una confitería, el centro interpretativo y un museo que muestra puntas de flechas, morteros, boleadoras, cerámicas, conanas y, el último hallazgo (2001), dos cráneos de comechingones, por el Guía y Técnico en Turismo Fabián Romero quién recibe a los turistas y explica todas estas riquezas arqueológicas.
Fabián vive en La Carolina y durante el día realiza las guiadas en la Gruta. (02652)-15311182 fasrome@hotmail.com